POR AUGUSTO DOS SANTOS
Periodista
En los festejos patronales de los pueblos se huelen ambos aromas, el incienso que sale del santo oficio y el choripán que echa grasa en la parrilla de la plaza. En la convención colorada también hubo incienso y choripán, porque mientras se asaba al pancho, se producía la primera comunión colorada de Santiago. Pintorescas liturgias que solo se pueden vivir en el Partido Colorado.
De Vargas produjo el sábado su gran acción positiva en casi cuatro años de gestión: estuvo allí –aun ausente– para aplacar los nervios de una convención colorada. Quizás no tuvo resultados contra el EPP, ni la delincuencia mafiosa de fronteras, ni con los caballos locos, pero estuvo espléndido como el primer ministro de la historia de la transición que es destituido por una convención del partido de gobierno.
Comunicacionalmente se merendó la mitad de la agenda de la convención cuyo resultado iba a ser –sin él– una sola queja larga por el anuncio de sanción a congresistas "desacataos".
Pero, un detalle: la ANR tendrá dificultades para sostener su discurso aliancista en tanto al mismo tiempo despide a ministros por el simple hecho de no ser del partido. Eso puede llevar a los potenciales aliados a una conclusión muy simple: podrán aliarse pero nunca ocupar un ministerio.
En todo caso una salida a ello debe quedar patente en algún documento ejecutivo del partido. Vale decir también que la postura de destitución de ministros no colorados fue una petición de convencionales que no se plasmó como mandato de la misma instancia, sino fue recogida directamente desde el clamor de los concurrentes por el presidente Cartes.
¿Qué gana y qué pierde Cartes con el resultado de la convención?
Es muy improbable que los senadores disidentes asuman el mandato de la convención porque sus argumentos constitucionales al respecto del mandato imperativo es muy sólido. Similar solidez tiene la prerrogativa de la ANR de despedir de su lista a los congresistas que no cumplan con el mandato de una asamblea. Por tanto el Partido Colorado no puede despedirlos de su condición de Congresistas pero sí puede excluirlos del listín republicano. De hecho el PLRA ha expulsado a sus congresistas también y sigue anunciando más expulsiones por similar situación
Como "activo" de esta probabilidad estrategas oficialistas creen que la nómina de candidatos a senadores oficialistas puede tener mayores posibilidades en las elecciones del 2018 en base al razonamiento sobre que Colorado Añetete no lograría reponerse para ofertar una lista consistente sin los "Calé", "Marito", Ovelar, Wiens, etcétera, y con ello podrían meter más adherentes de HC en el "combinado colorado" que enfrente a la oposición en la lista del congreso en tales elecciones.
Si asumiéramos que este es un cálculo atendible tendríamos que contraponer algunos riesgos que supone: a) es igualmente improbable que los senadores expulsados queden en casa, es casi seguro que encuentren fórmulas para tomar parte de las elecciones del 2018 ya sin la presión de " traicionar" a la ANR, porque ya no pertenecerían a este partido.
Pero de hecho, el principal riesgo no es para las candidaturas al Congreso, sino las consecuencias que podría provocar una división partidaria al corpus electoral del Partido Colorada, ante todo, para la chapa presidencial que surja. Cartes o su candidato están en mejores condiciones de ganar las internas, la cuestión es con las generales y con el partido dividido.
Aparte de esto, es un error comparar esta potencial expulsión con aquella de principios de los 60 cuando se produce un importante cisma colorado. En aquellos tiempos no había una opinión pública incidente como hoy, no había redes sociales, no había oposición con fuerza parlamentaria y por sobre todo, no había democracia.
En este caso las consecuencias serán mucho más imperativas (usando un término en boga) porque supondría entre otras cosas un clima de mayor oposición en el congreso, incluyendo diputados, una virtual paralización de cualquier gestión ante el Poder Legislativo (al ser expulsados ya no habría una mínima posibilidad de exigencia), pero al mismo tiempo podría generar un clima social mucho más adverso.
Pero el asunto más importante que el Gobierno tendría que administrar constituye la delicada consecuencia de perder disidencia en un partido, peor aún en un país y en un continente donde la observación de los procesos políticos atraviesa por una etapa de mucha sensibilidad.
Es fundamental que en los partidos existan oficialismo y oposición interna. En Paraguay existen experiencias de partidos que no han podido crecer por ausencia de disidencia y por modelos de gestión en los que la disidencia se paga igualmente con el apartamiento de los divergentes. Este no es el caso del Partido Colorado que supo nutrirse siempre de la fortaleza de sus internas.
¿Gana la disidencia con este nuevo escenario?
No. Este nuevo escenario es como ese lado de la perinola que dice "Todos pierden". La oposición colorada acusará el golpe de una eventual expulsión a consecuencia de su posición parlamentaria que probablemente –decíamos– se sostendrá en el Congreso. Nadar en mares no colorados siempre será una experiencia mucho más costosa y azarosa que hacerlo al interior de la ANR con el poderoso aparato que mueve a este gigantesco partido.
Marito Abdo, ipso facto, dejará de ser contendor interno, lo cual le generaría un impedimento difícil de salvar, salvo amparado en algún recurso judicial, para postular en las internas. Dicho en sencillo, dejaría de ser precandidato a la Presidencia por la ANR. Al caer los líderes también cae una parte importante de la estructura de este sector.
Queda claro que decaen las chances de la ANR para las elecciones del 2018, pero también decaen notablemente las chances de los disidentes, aun cuando esta circunstancia los convierta en mártires y aprovechen muy bien eso comunicacionalmente.
En síntesis, la ANR está en un nudo gordiano, en una chance incómoda para todos los sectores con mucha más nitidez desde el sábado último.
Mi amigo Felipe que milita en un partido cuya lista de afiliados cabe en una hoja de receta me dijo tomándose de la cabeza en estos días: "¿cómo se puede entender que un partido que solo necesita unirse para ser invencible insista con la división?". Yo le respondí: "El Partido Colorado es una rarísima historia que no se lee contando cosas que ya sucedieron, sino leyendo los acontecimientos que irán a suceder. Es un partido que siempre en su historia jugó a doblar las apuestas. Y electoralmente no le fue tan mal".
Por mi sangre corren venas coloradas
Esta frase de fisiología imposible fue pronunciada por algún convencional en alguna convención del pasado. El Partido Colorado tiene lo que tienen los partidos populares, su propio folclore. No hay que olvidar a aquel comerciante "turco" que al asumir Stroessner pasó del PLRA a afiliarse al Partido Colorado y cuando le consultaron las razones del cambio él respondió orondamente en su trabajoso español: "No e yo el que gambia, el que gambia es el gobierno".
No conozco muchos partidos en el mundo cuyo inamovible ministro del Interior fuera destronado por el discurso de un convencional de mando medio cuya valentía, pero por sobre todo la emotividad de su discurso, tocó esa tecla que le produce "piri" al colorado y a su corporativismo innato cuyo enunciado filosófico es "el mejor amigo de un colorado es otro colorado".
¿Y la Reforma?
Ariel Martinez, líder de un movimiento gremial de abogados llamado Convergencia, hizo un trabajo impecable; en tres semanas, con la colaboración de su gremio, logró unas 40 mil firmas para postular a la reforma constitucional a los fines de mejorar la organización de la Justicia. Todos le acusaron de promover una plataforma para postular a Cartes.
Cuando Diputados cajoneó el proyecto y dijo, nosotros tenemos una mejor idea: "La enmienda", los abogados siguieron insistiendo en que el plan de ellos era reformar la Justicia y le tomaron más en serio.
Paradójicamente da la impresión que el proyecto cuyos autores siempre negaron que fuera para la reelección podría ser buscado en el cajón de algún escritorio de Diputados como el salvavidas para poner a flote un plan de reelección
O sea, si la ANR se hubiera trepado a este plan de reforma presentado en junio, un día como hoy, fines de octubre habría un centenar de convencionales constituyentes sentados en sus pupitres, metiéndole mano a la Carta Magna, comiendo bocaditos y quizás entregando la tarea a principios de diciembre.
Pero bueno, siempre es fácil profetizar desde el día siguiente. Buena semana.