Por Laura Ramos,
Directora del Club de Ejecutivos
El Paraguay es un bicho raro de la región, siendo un caso atípico de cómo ha logrado sortear distintas corrientes, tanto políticas como económicas, navegando entre las diferentes aguas sin caer en el naufragio.
En esta época del año es común hacer evaluaciones de cómo se comportaron diferentes índices dentro de nuestra economía, para poder hacer una proyección de las variables para el siguiente año. Los empresarios necesitamos poder tener una perspectiva que nos depara en los próximos meses para poder ajustar nuestras compras y, a su vez, las ventas para nuestros productos o servicios.
Si analizamos la tendencia de las importaciones totales del país, estas han ido disminuyendo significativamente en los últimos años. Esto denota una reducción de opciones en la oferta disponible para los consumidores en los distintos rubros, también al mismo tiempo una disminución de los insumos necesarios para la fabricación de productos paraguayos.
Las ventas, por su parte, han caído en la mayoría de los rubros de consumo, así como en los sectores del turismo y los créditos otorgados.
Los índices nos reflejan que tanto la tasa de inflación como el tipo de cambio permanecen estables, pero no así la deuda pública externa, la cual está aumentando de 14% a 17%, si tenemos en cuenta que en el 2013 era solo del 9% es como para preocuparse, pues la tasa de crecimiento es alta.
Dentro del marco global de una lentización de la economía donde los superciclos han terminado, donde los ajustes de tasas de Estados Unidos se irán aplicando aunque sea gradualmente, necesitamos tomar conciencia de lo que internamente podemos hacer frente a esto.
El problema está cuando, como mencionó Christine Lagarde, directora del FMI, cuando nos estamos acostumbrando a una nueva mediocridad –es decir a una baja tasa de crecimiento–, y nos estamos acostumbrando a ella como nuestra nueva realidad, y como sigue diciendo, no podemos conformarnos con esto. El hecho de tomar las bajas tasas de crecimiento y no esperar un cambio o hacer que haya un cambio nos perpetuará en esta mediocridad.
Algunos factores que podrían ayudar a mejorar nuestra performance para el 2017 serían poder cumplir con el límite del déficit fiscal, para poder generar confianza en los inversionistas.
Así también poder acelerar el proceso de licitaciones de alianzas público privadas, ya que estas generan un gran impulso a la economía, no solo por la inversión en sí, sino también porque estos generan mayores inversiones a su alrededor, como, por ejemplo, una mejora en aeropuertos genera un efecto cascada en las aerolíneas que puedan crecer sus flotas y personal.
Además de esto, el control de gastos corrientes debería ser una prioridad para poder hacer más eficiente el mismo. Hay que reconocer que en cuanto a inversión en obras, estas están siendo las mejores y mayores en los últimos tiempos, pero lastimosamente son tantos los años de atraso que todavía queda mucho por hacer.
En síntesis, debemos adoptar la teoría de Darwin, y ser los que nos adaptamos mejor a los cambios, ya que no somos los más fuertes ni los más grandes. Pero es imprescindible saber sobrevivir a las tormentas que nos rodean.