París, Francia. AFP.
El módulo europeo "Schiaparelli" inició ayer domingo un descenso de un millón de kilómetros hacia Marte, donde debería posarse el miércoles, todo un desafío tecnológico para Europa, que quiere probar su capacidad para controlar este difícil ejercicio. Por su parte, la sonda rusoeuropea TGO (Trace Gas Orbiter), de la cual se separó el módulo, está funcionando bien. "Todo está en orden", declaró a la AFP Jocelyne Landeau-Constantin, del Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), en Darmstadt (Alemania).
"Durante algo menos de media hora" los ingenieros dejaron de recibir las telemedidas que permiten conocer el estado de la sonda, explicó a la AFP. La separación está "confirmada", declaró entre aplausos Michel Denis, director de las operaciones de vuelo de ExoMars 2016, desde el centro de control de Darmstadt (Alemania).
De forma simultánea, la sonda Trace Gas Orbiter (TGO) que llevó a "Schiaparelli" en su viaje de 496 millones de kilómetros desde la Tierra, debe colocarse en órbita en torno al Planeta Rojo, una fase complicada para esta misión ruso-europea.
Hasta hora, solo EEUU ha logrado la hazaña y los europeos enfrentan la misión con el nefasto precedente del proyecto Beagle 2, que desapareció sin dejar rastro hace trece años, justo después de separarse de su nave madre.
En el 2015, las imágenes de una sonda estadounidense permitieron constatar que el aparato había logrado aterrizar, pero que sus paneles solares no habían conseguido desplegarse.
El gran salto que tiene que dar el módulo Schiaparelli es la primera etapa de ExoMars, una ambiciosa misión científica conjunta entre Europa y Rusia, que tiene dos objetivos: buscar indicios de que haya vida actualmente en Marte o signos de que esta haya podido desarrollarse en el pasado.
Para verificar posible indicio de vida
La sonda TGO estará a cargo de "olfatear" la atmósfera de Marte para detectar restos de gases, como el metano, un posible indicio de que actualmente hay alguna forma de vida. Sus labores comenzarán a principios del 2018.
En el 2020, Europa y Rusia enviarán un robot que incorporará los desarrollos tecnológicos de "Schiaparelli". Este aparato va a efectuar perforaciones para seguir la búsqueda de restos de vida, esta vez centrándose en la posibilidad de que el Planeta Rojo hubiera podido albergar bacterias.
El aterrizaje en Marte, previsto durante tres días, no es una tarea fácil y Schiaparelli puede verse a merced de las inclemencias climáticas marcianas.
TGO y "Schiaparelli" recorrieron casi 500 millones de km desde su lanzamiento en el cohete Proton desde la plataforma de Kazajistán. Desde julio, el dúo logró situarse en trayectoria para llegar a Marte.