Alepo, Siria | AFP.
La mañana en que murió, Mireille Hindoyan, de 20 años, no tenía ganas de ir a nadar. Pero su decisión de quedarse a trabajar en el supermercado de su familia le resultó fatal.
Ese 30 de setiembre, un cohete lanzado por los insurgentes cayó sobre el supermercado, situado en el sector de Alepo controlado por el gobierno, pero junto a la línea de demarcación con los barrios rebeldes.
La nadadora y su hermano pequeño Arman, de 12 años, murieron en el ataque.
En su casa, Betty, la madre de ambos, con la cara pálida y vestida de negro, llora junto a un sofá, convertido en altar improvisado consagrado a sus dos hijos muertos.
"Ahora están con Dios. Ahí la vida quizás es mejor que en un país en guerra", dice llorando a la AFP, con la mirada puesta en las medallas de su hija o en alguna de las innumerables fotos de Mireille y Arman.
Movses, de 19 años, el otro hijo de esta familia de sirios armenios, sobrevivió al ataque pero está gravemente herido.
- 'Mamá, he perdido una mano' -
Mireille era campeona nacional de natación de corta distancia y soñaba con convertirse en nutricionista.
"Iba a la piscina todos los días hacia las 11h00 pero ese día vino al supermercado y nos dijo que no tenía ganas de ir", explica la madre, de 42 años. "Le dije que se fuera a casa pero no quiso" recuerda con voz temblorosa.
Pocos minutos después de llegar, una gran explosión sacudió al supermercado. Betty, que cayó al suelo junto a sus tres hijos por la fuerza de la explosión, oyó a Movses gritando "¡Mamá, he perdido una mano!".
También se acuerda de haber dicho a Mireille y Arman que se quedarán con ella, creyendo que todavía estaban vivos.
"Cuando el polvo empezó a disiparse miré alrededor y vi a Arman, mi hijo pequeño, en el suelo (...) Estaba muerto", señala.
Luego se puso a buscar a su hija con la mirada. "También estaba en el suelo, amputada de las dos manos, de las dos piernas (...) No podía levantarla porque yo mismo estaba herida", apostilla.
Centenares de personas han muerto en la parte de Alepo en manos del gobierno, en el oeste de la ciudad, desde que empezó el conflicto en Siria en 2011, según datos de la oenegé Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En los barrios del este, en manos de los rebeldes, también han muerto miles de personas por ataques aéreos del gobierno o de la aviación rusa, aliada del gobierno de Bashar al Asad.
En las últimas semanas, el régimen de Damasco ha intensificado todavía más los ataques en el este de Alepo con el objetivo de retomar la totalidad de la ciudad, una ofensiva que las oenegés denuncian como un "baño se sangre".
Según la agencia oficial Sana, 13 personas murieron el pasado viernes, el mismo día en que murieron Mireille y Arman, en ataques rebeldes contra barrios gubernamentales de Alepo.
- 'Grandes sueños' -
Desde 2011, el conflicto en Siria ha dejado más de 300.000 muertos en todo el país y ha obligado a millones de personas a abandonar sus casas.
Entre los refugiados, algunos arriesgan su vida en barcos de fortuna para llegar a Europa, como hizo otra nadadora siria, Yusra Mardini.
Su historia se dio a conocer en todo el mundo cuando, tras sobrevivir a un naufragio, llegó a Alemania y desde allí viajó a Rio de Janeiro para participar en los recientes Juegos Olímpicos.
Mireille había ganado varias medallas en Siria y en Armenia, y su entrenador llora la pérdida de una nadadora apasionada y llena de vida.
"Empecé a entrenarla cuando tenía cinco años", recuerda Ohannes Salahiyan. "Mireille era muy ambiciosa y continuó entrenándose como atleta, incluso después de que empezara la guerra", añade.
"Tenía grande sueños (...) Siempre quería ser la mejor en todo lo que hacía, sobre todo en deporte", dice su madre.
Su padre Viken, de 56 años, intenta no derrumbarse delante de su mujer tras la pérdida de su hijo menor y de su hija, "una roca" en la que se apoyaba toda la familia. "Mireille era la que nos daba fuerza", dice.