Michael Corkery
WASHINGTON.
Al rendir testimonio ante el comité bancario del Senado, el 20 de setiembre, el director general de Wells Fargo, John G. Stumpf, expresó su remordimiento por la creación en su banco de hasta dos millones de cuentas falsas bancarias y de tarjeta de crédito sin el consentimiento de los clientes. Se disculpó por no haber detenido antes esa conducta ilícita y se comprometió a corregir la situación.
Dirigiéndose a Stumpf, la senadora Elizabeth Warren tomó la insólita decisión de decirle al jefe del banco que debería de renunciar.
El 8 de setiembre, Wells Fargo llegó a un arreglo por 185 millones de dólares con la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, la Oficina del Contralor de la Moneda y con el procurador de la ciudad de Los Ángeles.
Como resultado de las actividades ilícitas del banco, miles de clientes de Wells Fargo en todo el país pagaron penas por sobregiro y por morosidad en cuentas de cheques y de tarjeta de crédito que ellos ni sabían que tenían. El banco ha reembolsado más de dos millones de dólares a sus clientes.
El banco admitió que se enteró de esta actividad ilegal en el 2013 y que rastreó sus orígenes al 2011. Pero en su testimonio, Stumpf señaló que la apertura de cuentas bancarias no solicitadas pudo haber empezado desde antes.
Stumpf no estuvo de acuerdo con los senadores cuando éstos señalaron que esas cuentas ilícitas eran parte de un sistema deliberado para incrementar el renglón de ganancias del banco. Precisó que los 5.300 empleados despedidos por este asunto merecían perder su empleo.
Muchas preguntas se centraron en Carrie Tolstedt, que manejaba las operaciones de banca comunitaria de Wells Fargo, división en la que ocurrieron todos los problemas. A ella se le permitió jubilarse en julio, a la edad de 56 años, con un paquete de compensación que en total representa varias decenas de millones de dólares.
Wells Fargo se enfrenta a otra investigación por parte del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes. Además, en los estados de Nueva York, Carolina del Norte y California, las fiscalías han abierto sus propias averiguaciones sobre estas cuentas falsas.