Por Marcelo A. Pedroza

COACH – mpedroza20@hotmail.com

Podemos encontrar las mejores perspectivas para desenvolvernos juntos. Es contundente la frase anterior. En ella se unen palabras que pueden impactar favorablemente en la vida de quienes las toman como instrumentos necesarios para vivir. Hay una profunda vinculación entre lo interno y lo externo que existe en y ante nosotros. Esa búsqueda requiere de la convicción de lo posible, por eso se presenta en primer lugar y lo hace encarnada a través del verbo poder en tercera persona del plural.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Así aquello que solo uno puede está potencialmente elevado si otros deciden incorporarse, y por lo tanto encontrarse mutuamente desafiando lo que parece complejo o haciendo muy fácil lo que se creía inaccesible o asombrando a quien detecta que tanto el impetuoso como el reflexivo son importantes para causar lo que quieren.

Es entonces el escenario para hablar acerca de lo mejor que los caracteriza y cómo esa distinción es utilizada noblemente al momento de dar. ¡Es una radiante conexión la que se produce entre el poder, el querer y el dar! Es la que lleva directamente a la apertura de los sentidos y por lo tanto a la expansión del radio operativo del estar y del hacer.

Es memorable el tiempo del ser. Es inagotable su fortaleza, su capacidad para brillar. Y esa condición natural reside en nosotros, hay que creerla propia, y al mismo tiempo hacerla útil para que se afiance una de las palabras centrales de la primera oración de este escrito, aquella que nos invita a desenvolvernos. Es una forma de esparcir lo que somos y también de despegarnos de lo que tenemos dentro de nosotros. Es donde lo intrínseco expone su poderío y lo vive como tal cuando es impulsor del verbo suceder.

Y vivencia una doble función, aquella que está vinculada a que las cosas salgan, se produzcan, se logren y la otra, la que pregona la virtuosa comprensión de saberse sucedido, extendido, reemplazado y no por ello desplazado, sino unido a otros. Es la visión del suceso compartido, es el panorama extendido que facilita la siembra de lo que nos permitirá alimentarnos. Es la ocasión de originar sucesos que puedan ser proyectados y alcancen a quienes se dispongan a valorarlos y hacerlos propios a su manera.

En la gestación de lo que acontece la variable interna es decisiva. Hay que darle una dimensión especial y la misma solo admite la intervención de quien la posee.

No se puede delegar la atención hacia la interioridad del sujeto, es él mismo el que debe interesarse en apreciarla y cultivarla. Como también es el que decide socializar lo que lleva consigo, lo que es y lo que hace, lo que siente y lo que cree. Es cuando acaece la natural necesidad de exteriorizarse y de esa forma interactuar con los demás. Es cuando lo introvertido le da lugar a lo extrovertido. Es cuando el interés ha mudado de ángulo y el foco que estaba dirigido hacia uno gira hacia el otro.

Ese giro es absolutamente distintivo en el ser humano, es la expresión de su capacidad de socializar y sus formas son abundantes; basta unos segundos para que recreemos las situaciones recientemente vividas por cada uno y es prácticamente insoslayable la presencia de los seres que nos rodean. En ellos se representa la sociedad.

Al convivir nacen los vínculos que se deciden proyectar y concretar. Está latente en cada uno la oportunidad de hacer que los mismos sean constructivos y que permitan el giro constante de la realización, compuesto por la autorrealización al sentir la realización del que está al lado. Es donde confluyen las aspiraciones y el orgullo y desde donde se unen la vida interior y la exterior.

Déjanos tus comentarios en Voiz