Por Jorge Vera

Enviado especial

Sus rostros lo decían todo. No hay nada más emocionante para un atleta que estar en los Juegos Olímpicos y los nuestros lo demuestran a cada instante. Bajaron todos juntos de la Villa. Trajeados, bien puestos. No había una sola cara larga. Todos sonrientes y dispuestos a cualquier foto y saludo.

Si bien, la bienvenida a las delegaciones es un acto protocolar, marca un momento único para quienes llegan allí con más sacrificio y precariedades que otros. Es por ello que el izamiento de la bandera trajo sonrisas, abrazos y emociones.

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El acto comenzó cerca de las 19 y contó con la presencia del presidente del COI, el alemán Thomas Bach. El hombre que tuvo la decisión más importante del deporte hace algunos días –caso dopaje ruso en el cual para mí fue tibio- saludo al presidente del COP, Camilo Pérez, a los deportistas paraguayos y al resto de las delegaciones que estaban citadas para el mismo evento. Color, pasión y una coreografía a la brasilera le pusieron fiesta a la noche que tenía como testigo a los enormes edificios de la Villa Olímpica. Los mismos, con sus banderas de todo el mundo, brindaban aires de libertad. Definitivamente, se respiraba olimpismo.

Paraguay, representado por unos pocos, vio como la tricolor se izaba mientras sonaba el himno. Los atletas recordaron sus inicios, sus días de entrenamiento, sus familias. Miraron a los costados y volvieron a pensar… "mirá lo que estoy viviendo".

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