Por: Tito Caro
El mundo está convulsionado, lector que me sigues. Es peligroso pasear, es incierto sentar, no se sabe si conviene estar. Hay que cuidarse y hay que mirar con claridad para que las sombras que nos tiran encima no consigan lo que pretenden, taparnos la visión. Digo la visión, podría mencionar el gusto, el tacto, el olfato, la audición, con todos ellos componemos nuestra realidad y nuestra memoria.
Recuerdo un monumento en el viejo Tayllerand de la calle Mariscal Estigarríbia. El pato a la naranja, antes de mostrarse, se hizo anunciar por un perfume que fue mezcla de tierra y alma. Al llegar, se ofreció en espectáculo con los colores de Flandes. La imaginación, desatada por la visita, ensayó el espacio para la audición, para el tacto y las papilas, invitadas de honor a la fiesta que empezaba, devolvían sensaciones para que el momento fuese pleno y el goce de todos.
Solidario sentido este del gusto, monumental instante el que me tocó vivir con un pato a la naranja en el Talleyrand. No sería pato, lector, te digo que siempre lo creí ángel primogénito. ¿Por qué te cuento esto? Porque tengo recuerdos, porque la convulsión de la que te hablaba al comienzo, propone entre sus condimentos más aterradores, la pretensión de borrarnos la memoria. La barbarie que nos invade y que nos llega de todos los lados, no privilegio a ningún lado, quiere doctrinarnos en la vulgarización de la violencia, quiere instalar un presente único y silencioso.
La memoria de que no siempre fue como es hoy, el recuerdo de días felices, es el arma que todos tenemos a mano para el combate. Podrás argumentar que muchos no tienen memorias alegres o felices. Es verdad y duele darte la razón, amigo. Pero, por más infelices que sean, son memorias, hablan de un pasado, lo ponen en perspectiva y permiten la redención. La barbarie es el silencio que ella impone.
Hoy, en este espacio, celebro un año en la nueva revista VOS. Celebro el recuerdo de muchos encuentros, de muchos momentos. Porque los celebro, tengo memorias, como la del pato, ¿o era ángel?, de que te hablé.
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Talleyrand
Mcal. Estigarribia 932 casi Estados Unidos.
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