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En la fábrica de BMW en Spartanburg, Carolina del Sur, los nuevos vehículos utilitarios deportivos, o SUV, salen de la línea de ensamblaje con la regularidad de un tren exprés alemán. Los calendarios de trabajo en la enorme instalación, qué lástima, no siempre son tan confiables. Entre el 2007 y el 2009, en medio de la turbulencia de la crisis financiera y la subsecuente recesión, BMW contrató, después despidió y luego volvió a contratar a unos 700 trabajadores temporales a través de una firma llamada Management, Analysis and Utilization.
Josef Kerscher, el director para Estados Unidos del fabricante de autos de lujo, comparó las condiciones que provocaron las abruptas oscilaciones en la fuerza de trabajo temporal de Spartanburg con una "montaña rusa". Sin embargo esa volatilidad no es poco común para los empleados temporales de Estados Unidos, cuya cantidad está creciendo incluso mientras su suerte en la vida disminuye.
La demanda de empleados temporales nunca ha sido más alta. La industria ahora ofrece trabajo a alrededor de 2,9 millones de personas, más del 2 por ciento de la fuerza laboral total. La Asociación de Colocaciones de Estados Unidos, un grupo de la industria, estima que generó más de 120.000 millones de dólares en ingresos en el 2015. Desde que empezó la recuperación económica en el 2009, el empleo temporal ha sido responsable de casi uno de cada 10 nuevos empleos netos.
Sin embargo, aunque el empleo temporal ha aumentado, la calidad de los empleos que ofrece se ha deteriorado. En los años 50 y 60, el empleo temporal era visto como una forma de que las personas educadas con tiempo disponible –estudiantes universitarios, maestros de escuela de vacaciones y amas de casa de la clase media– ganaran un poco de ingreso extra.
Un primer estudio encontró que alrededor de la mitad de las empleadas temporales durante los 60 tenían alguna educación universitaria, casi el doble que la tasa nacional. Las mecanógrafas, estenógrafas y otras empleadas de oficina suministradas por agencias de empleos temporales ganaban salarios solo ligeramente por debajo de los de los empleados permanentes.
Quizá lo más importante era el hecho de que las agencias de empleos temporales no eran vistas como empleadores de segunda clase.
"No hay nada denigrante en trabajar para esa organización", escribió Barron's en 1962. "Muchos trabajadores lo prefieren".
Según la Oficina del Censo, los empleados temporales de hoy son desproporcionadamente jóvenes, solteros y afroamericanos o hispanos. Más de la mitad son hombres. Si los empleados temporales de los 60 estaban relativamente educados, los de hoy tienen más probabilidad que los trabajadores permanentes de haber desertado del bachillerato. Solo 8 por ciento de ellos tiene un título avanzado, comparado con 12 por ciento de los trabajadores permanentes.
Quizá poco sorprendentemente, dado todo eso, los empleados temporales ganan entre 20 y 25 por ciento menos que sus contrapartes permanentes. Incluso después de controlar características demográficas como edad y educación, Lawrence Katz, un economista de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, estima que los empleados temporales enfrentan una sanción en sus ingresos del 15 por ciento. En 1970, 8 por ciento de los empleados temporales vivían por debajo de la línea de pobreza, pero en el 2014 la cifra era del 15 por ciento.
Esas condiciones han estigmatizado el empleo temporal, tanto que los trabajadores buscan empleos temporales solo como último recurso. En el 2005, el último año en el que los empleados temporales fueron sondeados completamente por la Oficina del Censo de Estados Unidos, ocho de cada diez dijeron que preferirían empleos permanentes.
Más de la mitad dijo que estaba trabajando en un empleo temporal no por la "flexibilidad" adicional, una afirmación frecuentemente hecha por los adeptos de la industria, sino porque fue el único trabajo que pudieron hallar.
Un sondeo realizado por la Reserva Federal en el 2013 encontró que una gran parte de los empleados temporales se consideraban excesivamente calificados para sus empleos. Menos de un tercio ve a su empleo como "un primer escalón para una carrera".
Aunque los empleados temporales representan solo 2 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, hay una amplia variación a nivel local. En Queens, el distrito más poblado de la Ciudad de Nueva York, menos de uno de cada 200 trabajadores está empleado por agencias de empleos temporales.
En el condado de Greenville, Carolina del Sur, a solo unos kilómetros de la fábrica de BMW, es casi uno de cada 10. Los grandes, concentrados y duraderos reductos de empleados temporales sugieren que las agencias de empleos temporales están siendo usadas no solo para suavizar las fluctuaciones en la demanda, sino también para reducir costos laborales.
La proliferación de empleos temporales mal pagados afecta a los empleados temporales y permanentes por igual. Muchos de los costos que los patrones de empleos temporales evitan, incluyendo los salarios prevalecientes en el mercado y los costos del seguro de salud, ahora son aportados en parte por los contribuyentes en forma de un mayor gasto en el Medicaid, los cupones de alimentos y otros programas de beneficencia.
Más de 26 por ciento de los empleados temporales participan en al menos uno de estos programas de la red de seguridad social, comparado con 14 por ciento de los trabajadores permanentes.
El crecimiento de la industria del empleo temporal afecta a los mercados laborales en otras formas. En el lado positivo, al ofrecer puestos a trabajadores que de otro modo estarían desempleados, los empleos temporales reducen la tasa de desempleo. Los empleos temporales también aíslan a los empleados permanentes de las depresiones en el ciclo empresarial, mejorando por tanto su estabilidad laboral.
Sin embargo, según un estudio del 2013 de David Pedulla de la Universidad de Stanford en California, a los empleados permanentes que trabajan al lado de empleados temporales les preocupa más la seguridad laboral. También se enorgullecen menos de su compañía y tienen peores relaciones con los gerentes y compañeros de trabajo.
Un estudio de 1999 realizado por Katz y Alan Krueger de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey encontró que los estados con una porción más alta de empleos temporales a fines de los 80 experimentaron menor crecimiento salarial en los 90.
Estos resultados se han mantenido: en los estados donde menos de 2 por ciento de la fuerza laboral estuvo empleada por firmas temporales en el 2000, los salarios de los trabajadores permanentes crecieron un promedio de 3 por ciento al año entre el 2000 y el 2015, mientras que, en los estados con una proporción más alta de empleados temporales, los salarios crecieron a un ritmo anual de 2,6 por ciento.
Esas conclusiones apoyan la opinión de David Autor del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge de que el uso de las agencias de empleos temporales, aunque benéficas para los trabajadores individuales y las empresas, "podrían ejercer un factor externo negativo en el mercado laboral en su conjunto; es decir, es un 'mal público'".