Por Carina Gómez Hernández

Country Manager

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Ya en 1985, Michael Porter, que era entonces un profesor poco conocido, publicó el libro Competitive Advantage (Ventaja competitiva), que habla de la optimización de la cadena de valor para ser más competitivos. Años después, este concepto fue cuestionado por otros autores, argumentando que la ventaja competitiva sostenible no es posible, sino más bien una ventaja transitoria, circunstancial.

En este sentido, vemos que hoy las empresas que se mantienen liderando sus industrias han tenido que ir cambiando sus "ventajas competitivas" de acuerdo a los cambios del mercado y de la economía.

En el pasado, una economía más simple permitía alcanzar la competitividad controlando los recursos y optimizando los procesos. Hoy, más que poseer y controlar recursos es vital acceder a ellos a través de redes que nos conectan a la tecnología y la información. Más que controlar es importante estar conectados.

En este nuevo paradigma, las habilidades interpersonales se vuelven esenciales. Para estar conectado necesito generar empatía y construir relaciones. Para consolidar relaciones necesito construir confianza.

El mayor desafío de las áreas de capital humano de las organizaciones está siendo el atraer y retener personas que tengan desarrolladas sus competencias para vincularse, para conectarse con otros y potenciar el trabajo en equipo y la colaboración. Más que empleados técnicamente competentes, se necesitan personas efectivas en sus relaciones.

Otra novedad importante en los mercados que impacta en los factores competitivos de las empresas es el cambio en los parámetros de valor.

De una economía de escala donde el valor estaba puesto en el capital y la producción masiva, pasamos a la era del diseño.

El valor está puesto ahora en la capacidad de crear productos que, además de cubrir alguna necesidad, se puedan interconectar con otros productos y relacionarse en forma dinámica e inteligente con el usuario y su estilo de vida. Empresas como Google y Apple entendieron esto a la perfección.

Este cambio nos trae otra de las necesidades en términos de talentos. Estos empleados conectados, que se relacionan y colaboran entre sí, deben ser además creativos, abiertos a la innovación, rápidos para aprender y ágiles para adaptarse a lo nuevo.

Con estos nuevos parámetros, que en realidad ya no son tan nuevos, las empresas deben preocuparse por sus estrategias de reclutamiento y principalmente de retención de talentos claves.

Para atraerlos, el trabajo consciente y consistente en la Marca Empleadora se vuelve imprescindible. Una buena imagen en el mercado ya no es suficiente, se necesita mostrar mucho más: innovación, oportunidades de desarrollo, beneficios especiales y únicos, responsabilidad social, y una gran cultura organizacional.

En la tarea de retención, las estrategias son diversas, pero frente a todos los factores que un empleado evalúa a la hora de decidir permanecer en una empresa, el clima es cada vez más importante. Un ambiente donde se valore genuinamente a las personas, propiciando su crecimiento personal y profesional, involucrándolas en las decisiones, incentivando sus ideas y reconociendo su esfuerzo y sus logros.

Además de retener talentos, un ambiente así es el único propicio para que las personas se relacionen desde la confianza y para que, en esas relaciones, desarrollen sus dones creativos.

Sin confianza, las personas están más preocupadas en cuidarse y protegerse de los posibles peligros del ambiente, no tienen tiempo para crear y buscan vincularse lo menos posible.

Se generan procesos interminables de control, reglas estrictas de conducta y políticas rígidas para evitar comportamientos perjudiciales para la organización y para el negocio.

En este escenario, aparecen cargos que duplican las auditorías y los reportes, y la estructura se vuelve vertical y pesada. Inclusive el cliente siente la burocracia del control en su relacionamiento con la empresa.

Hace tiempo que el capital ya no es una ventaja competitiva sostenible, sino las personas que logre atraer y retener en su empresa, y una cultura de alta confianza. Empatía, creatividad, colaboración. ¿Está su organización atrayendo y reteniendo personas con estas habilidades?

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