Por Enrique Vargas Peña
Leí en el diario Ultima Hora que "El cartismo decidió mantener vigente el debate de si se plantea o no la figura de la reelección presidencial de Horacio Cartes. Esto forma parte de una estrategia oficialista para sostener el liderazgo político y evitar un desbande de la dirigencia" (http://bit.ly/29gcyNH).
No pretendo discutir, en este artículo, los méritos de los métodos que ensayan los colaboradores del presidente para mantener la base de sustentación política del gobierno. Lo que quiero discutir es la manera en que se mueven los políticos prebendarios, sin principios y sin moral que pueblan el partido Colorado (ANR).
Horacio Cartes arrancó la ruta que lo condujo a la Presidencia de la República con un discurso de inclusión (la eliminación del requisito de la militancia para las candidaturas de los partidos políticos) y de modernización (la eliminación del prebendarismo como modo de ingreso a la función pública) que logró el apoyo de electores independientes, que son los que le dieron el triunfo el 21 de abril del 2013.
Horacio ganó porque todos los paraguayos sabemos que un sector público que venía gastando 85 de cada cien guaraníes del ingreso tributario en salarios de funcionarios públicos no puede hacer rutas, hospitales o viviendas sin endeudar a nuestros hijos y nietos y todos sabemos que con 15 de cada cien guaraníes para inversión no podemos modernizar nuestro país para dar oportunidad de progreso y realización a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Cualquier persona normal del mundo que estuviera observando el proceso político paraguayo podría creer que el discurso del Presidente obtuvo los triunfos electorales que cosechó, aquel 21 de abril o el 26 de julio del 2015, porque convenció a los líderes intermedios del Partido Colorado –senadores, diputados, intendentes, gobernadores y presidentes de seccional– y podría creer que dichos líderes, comprometidos con la inclusión y la modernización, lo acompañarían hasta el 15 de agosto del 2018.
Pero el material de Ultima Hora mencionado al principio nos muestra que no hay tal compromiso ni tal convicción y que los líderes intermedios del Partido Colorado no acompañarán el Presidente hasta el 2018 por su discurso, sino solamente si mantiene la posibilidad de hacerles partícipes del poder hasta 2023. Y más allá.
Todos los procesos de reelección de América Latina ahora, todos sin excepción, fueron procesos de perpetuación. "Por un solo período más" comenzaron en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua y toditos siguieron con "dos períodos no son suficientes", incluso Bolivia, donde el pueblo dijo basta. Todos los reeleccionistas repiten a Stroessner, aunque se declaren de izquierdas.
Si el material de Ultima Hora refleja la realidad, tenemos que asumir que los líderes intermedios del Partido Colorado no tienen compromiso alguno con la inclusión y la modernización, sino que su adhesión a Horacio Cartes fue oportunista, para medrar y, en síntesis, para buscar prebendas sin cuya obtención no encuentran motivación.
Personalmente creo que lo que refleja el material de Ultima Hora es la pura verdad. Los líderes intermedios del Partido Colorado solamente buscan cargos públicos para sus clientes, contratos públicos para sus amigos y privilegios públicos para ellos, y es así desde 1947. Se lo advertí a Horacio el 18 de agosto del 2013 (http://bit.ly/29JIuOR). Y de nuevo el 24 de noviembre del 2013 (http://bit.ly/29ppfpu).
Con esta gente no se puede construir nada. De hecho, estos líderes intermedios del Partido Colorado son los principales responsables de los desventurados finales de las presidencias de Juan Carlos Wasmoy, Raúl Cubas y Nicanor Duarte Frutos y son los artífices del desastroso, calamitoso, cataclísmico gobierno de Luis Ángel González Macchi.
Es esta dirigencia intermedia del Partido Colorado la que impidió a Horacio Cartes radicalizar la lucha contra los prebendarios, es la que le obstruyó la limpieza de la educación, es la que resistió la depuración de la salud.
Y es ella misma la que está tentando al Presidente con el desastroso proyecto de reelección presidencial para mantener su lealtad. Aunque la palabra lealtad no sea aplicable, pues leales son los que tienen compromisos, mientras estos lo que quieren mantener son privilegios que nada tienen que ver con el discurso.
Los políticos prebendarios organizan su fuerza repartiendo cargos públicos, por lo que no pueden tolerar los concursos públicos de oposición, o privilegios públicos como eludir la persecución penal por ocupar tierras y robar agua y energía; los cargos o los terrenos que reparten les ayudan a asegurar votos en las internas de los partidos; no es casualidad que la mayor parte de los electores en las internas pertenezca a la función pública o a los asentamientos.
Esta maquinaria se financia con contratos públicos de favor en licitaciones amañadas, que explican la pésima calidad de la obra pública en nuestro país, contratos que no se pueden otorgar sin que los políticos prebendarios tengan los cargos desde los que realizan su tarea deletérea.
Cualquier persona que quiera entender fácilmente la mecánica prebendaria debe leer el expediente penal que afecta a Roberto Cárdenas, ex intendente de Lambaré, porque allí están todos los detalles, documentados (http://bit.ly/29prAR8).
La manera de evitar esto era la reforma política, que nada tiene que ver con la reforma constitucional, para desbloquear las listas de candidatos y asegurar la trazabilidad de los aportes que reciben los candidatos en las internas. Pero los prebendarios impidieron tal reforma y no se hizo.
Horacio se encuentra ahora en un momento crucial y difícil de su vida política: Debe decidir si sacrifica el proyecto, inclusión y modernización, que lo llevó a la presidencia de nuestra República en beneficio de una reelección lastrada estructuralmente por el prebendarismo de sus impulsores o si sacrifica a los prebendarios a favor del discurso y se arriesga a ser torpedeado desde su propio partido.
Creo que los hechos le están mostrando al Presidente que es demasiado difícil hacer las dos cosas al mismo tiempo y la historia muestra que quienes lo intentaron no lograron tener éxito.
Y creo, además, que si Horacio se decanta por la reelección, herirá de muerte su discurso porque la dirigencia intermedia del Partido Colorado vive de clientela pública, contratos públicos y privilegios públicos y esas cosas son lo contrario a la inclusión y a la modernización. No son compatibles, no se pueden mezclar, no pueden convivir indefinidamente, se excluyen mutuamente. Si se elige una, se desecha la otra.