Por Carina Gómez Hernández ?
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Los seres vivos, desde nuestra programación genética, tenemos la posibilidad de contribuir al medio donde habitamos. Desde el lugar donde accionamos y lo que hacemos, podemos generar realidades nuevas que impacten en las personas con la cuales nos cruzamos a lo largo de la vida.
Esta contribución puede ser o no intencional, pero las consecuencias de lo que hacemos son, muchas veces, inesperadas.
En las empresas, la contribución viene a través de la Cultura o mejor, se encuadra en el Cultura Organizacional para proyectarse en las personas y la comunidad. Y la cultura es la esencia de una organización. Muchas veces, las empresas están tan enfocadas en el "hacer" y en la obsesión con los resultados, que se alejan de su esencia, y esto impacta en la cultura. Los valores se olvidan, colgados en las paredes, y dejan de vivirse, sentirse.
Para volver a conectarse es importante escuchar a los colaboradores, a los actuales y también o los que ya no están en la empresa. Ellos son los que guardan la esencia en los hitos que recuerdan. Momentos que fueron importantes y que al revivirlos nos cuentan porqué existe la empresa y qué la hace única.
En esta esencia aparece el propósito de la organización, que va definiendo y alineando la cultura. Cuando una empresa logra conectar a sus colaboradores con el propósito, las personas saben porque hace lo que hacen y de esta forma pueden contribuir en forma eficiente con el resultado esperado. Es en esta conexión que se consolida el compromiso de empleado, haciendo que entregue más de sí mismo y mucho más de lo esperado.
Tal vez suene demasiado filosófico y difícil de bajarlo al día a día de la empresa, sin embargo tener un propósito compartido es más potente que cualquier estrategia de negocio, y es la diferencia entre un buen lugar para trabajar y uno excelente.
Para agregarle un componente más entendemos que cuando este propósito tiene un alcance que sobrepasa las fronteras de la empresa y aún de su comunidad, y se convierte en un propósito que impacte más allá, logra niveles superiores de inspiración en quienes lo comparten. Esto se incrementa en los empleados de la generación Y, que necesitan sentir que su contribución impacta en el planeta.
En este escenario de esencia y propósito, es necesario que las empresas superen la fase de hablar solamente de lo económico cuando se trata de resultados. No es un paso fácil, porque esta es la visión de los accionistas, que buscan el rendimiento económico y nada más. Empresas que se quedan estancadas en esta visión tienden a desaparecer.
La nueva mirada de los negocios requiere abrir diálogos en los temas sociales y ambientales, e incorporarlos al propósito en forma consistente, alineada y responsable. No podemos sostener una empresa rentable en una sociedad deprimida o un medioambiente en decadencia.
Los nuevos líderes de estas nuevas empresas con propósito, tienen el desafío de probar que el ocuparse de estos temas no solo es rentable, sino sustentable. Pero claro, sin perder de vista los resultados.
Para este tipo de organizaciones vamos a necesitar líderes diferentes. Estos nuevos líderes no están solo preocupados por el resultado, porque van más allá. Ven la diversidad como un diferencial antes que un problema. Generan y sostienen relaciones significativas, motivando a sus líderes a hacer lo mismo en todos los niveles. Reconocen que se pueden equivocar y que no son los dueños de las respuestas, porque las buscan en la gente. Son generosos con su tiempo, con sus conocimientos, con su experiencia, y promueven interacciones de colaboración. Impulsan ambientes de apreciación y reconocimiento permanente, entendiendo que este es el camino para que las personas entreguen lo más valioso que tiene el trabajo humano: la pasión, el compromiso, la creatividad, las ganas de dar lo mejor.
Estos son los líderes que mejor nos conectan con el propósito de la empresa, y que mantienen viva la esencia en las personas, para que desde allí sientan que lo que hacen es mucho más que una tarea, es una misión.
La nueva mirada de los negocios requiere abrir diálogos en los temas sociales y ambientales, e incorporarlos al propósito en forma consistente, alineada y responsable