Por: Javier Barbero

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Perder es parte de la vida. Perder es la otra cara de ganar y todos necesitamos aprender a perder para saber qué hacer cuando volvamos a perder.

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Saber mantener la cabeza en alto cuando uno pierde y, sobre todo, recomponerse de la derrota, es algo realmente difícil.

Porque cuando ganamos la gente habla de nuestros logros, mucha gente quiere acompañarnos, muchas personas nos piden que les contemos la historia sobre cómo lo hicimos, somos referentes para quienes vienen en el camino, nos toman en serio.

¿Qué pasa cuando perdemos? Puede que vengan las críticas, que algunos te hagan de lado, que haya personas que hablen a nuestras espaldas, que otros se rían y hasta se regocijen, y a pesar de todo eso, tendremos que recomponernos, volver a empezar y salir adelante.

Por estas y por muchas razones más, el levantarse de una derrota es uno de los mayores aprendizajes de la vida. Sostengo que hasta que uno no cae no vive el reto de rediseñarse, de reinventarse a pesar del dolor, la vergüenza o lo que aquello vivido genere desde el suelo.

¿Qué hacer después de una derrota? Levantarse. Asumir la situación cuanto antes. Analizar qué me llevó a ese resultado. Ser consciente de que el que no arriesga no gana. Plantearse nuevas metas cercanas, metas a medio plazo y metas a largo plazo. Volver a creer en uno mismo. Hacer un plan de acción. Ponerse una curita y seguir.

Así como no se puede ganar siempre, tampoco se podrá perder siempre; pero sí que podemos luchar cada vez asumiendo las consecuencias. Nuestras derrotas, si aprendemos de ellas, son parte de nuestros futuros logros.

Todos somos perdedores y ganadores. Todos perdemos algo después de ganar otra cosa. Igual que la luz y el sonido, la vida es una onda y, para subir a las cimas más altas, primero hay que bajar a las profundidades más oscuras.

Esto es la vida y así seguirá siempre.

¡Volver a empezar…!

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