Por: Micaela Cattáneo
Antes de empezar, pongámonos en el papel de una efeméride: Un día como hoy, pero del año 1973 la Asamblea General de la Naciones Unidas establecía esta fecha (5 de junio) como el "Día Mundial del Medio Ambiente". Desde ese entonces, el ser humano ha buscado alternativas para contrarrestar los daños que sucedían constantemente en su entorno natural.
Con el paso de los años se dio cuenta que los mensajes de concienciación en las calles, las campañas de reciclaje y la plantación de árboles no eran suficientes para disminuir aquellos perjuicios ocasionados. Así, cada área urbana fue adoptando una iniciativa distinta, pero buscando siempre el mismo objetivo: lograr un impacto positivo en el medio ambiente.
Por ejemplo, en la arquitectura el término "sustentable" empezó a tomar forma gracias a la optimización de recursos naturales en la construcción de edificios y viviendas. Ocurrió lo mismo con la gastronomía, en donde lo "sostenible" se hizo eco gracias al uso de alimentos ecológicos en la cocina, aquellos que no han pasado por un proceso químico. Ante tanta sensibilidad, la industria de la moda no podía quedar atrás y decidió incluir un armario en donde "lo orgánico" ocuparía el cien por ciento.
Hay que tener en cuenta que la moda ecológica no sólo guarda relación con "lo orgánico, biodegradable o reciclable"; ya que también pretende mejorar el gasto energético y promover condiciones laborales justas para las trabajadoras del mundo textil.
Hace un mes, los portales digitales internacionales comentaban el vestido que llevaba la protagonista de la secuela de Harry Potter, Emma Watson, en la Gala Met -evento benéfico que da inicio a la exposición de moda anual del Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York -; el mismo era un conjunto de tres piezas confeccionado con newlife, un hilo 100% procedente de botellas de plástico recicladas. Sin duda alguna, la actriz británica supo llevar a la práctica todas aquellas palabras que la hacen una auténtica activista de la moda eco.
Y ya que hablamos de Emma, podríamos ir hasta su Inglaterra natal, específicamente a su capital: Londres. En esta ciudad, vive Yanina Aubrey, una paraguaya que hace diez años abrazaría el concepto de moda ecológica a través de su marca para infantes, Aravore, la cual lograría posicionarse entre las "10 mejores ropas para niños" según The Guardian.
Conquistó el mercado de Londres, y por supuesto, el de Paraguay, en donde su hermana Norah Aubrey estaba a cargo del Atelier. Actualmente Yanina sigue diseñando para la marca, pero desde hace seis meses lo dirige Mariana Frachi, una administradora de empresas que desde el momento en que conoció Aravore, sintió que era un sueño hecho realidad.
"Pensar hace diez años en lo orgánico, sustentable o eco era una locura, pero hoy es tendencia mundial; todo está relacionado a cuidar más el medio ambiente, y en tener políticas laborales saludables", comentaba la actual dueña.
Aravore -que significa pedazo de cielo en guaraní-, es el producto de la mano de obra paraguaya, que no se expone a una producción de escala masiva, sino a una más personalizada, en donde el consumidor sabe quién hizo su prenda y cómo la confeccionaron. "En la práctica de la conciencia, se pueden hacer negocios que no hagan daño al medio ambiente; por eso optamos por lo manual y artesanal", agregó Frachi.
Lo sustentable, algo necesario
"Porque demasiado daño hemos hecho a la naturaleza", contesta Mariana cuando le preguntamos por qué se debería apostar por "lo eco". Además considera que hay que cambiar la mirada consumista que rige desde hace mucho tiempo, en donde lo que más importa es "comprar y tener". Asegura que es imprescindible la sostenibilidad en la industria textil: desde saber cómo se fabrica un pedazo de tela hasta entender qué impacto está generando en el medio ambiente.
Aravore es una marca que beneficia a recién nacidos y a niños de hasta ocho años; y hablamos de beneficios porque sabemos que en esta etapa la piel absorbe todo con más facilidad, lo que la hace más propensa a sufrir lesiones o alergias, sobre todo con nuestro clima. Las prendas orgánicas no contienen residuos químicos o tóxicos, por lo tanto la salud del bebé o del niño no se ve afectada. "Ésta también es una forma de crear conciencia ecológica en los hijos", añadió.
Sí, es necesario aferrarse a lo sustentable; es necesario analizar el deterioro presente en nuestro medio ambiente; es necesario asumir un compromiso con la tierra desde el lugar donde nos encontremos; es necesario tomar conciencia de qué tan responsables somos en el uso de los recursos naturales. No se trata solamente de llevar puesta una prenda orgánica, sino de vestir nuestros ideales con políticas que hagan de nuestro planeta, un lugar mejor para vivir.