Por Antonio López

antoniolopez@lanacion.com.py

Los derechos de unos terminan donde comienzan los derechos de los demás. Esto más que un principio de urbanidad es, o tendría que ser, sin dudas, una regla de vida, pero por lo que se está observando en estos días con las manifestaciones de cooperativistas y campesinos, esa premisa está muy lejos de ser cumplida.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Y es que llegar hasta el centro capitalino o siquiera alcanzar las calles cercanas a las céntricas y tradicionales arterias se está volviendo una aventura peligrosa para quienes solo pretenden llegar a sus lugares de trabajo o hacer uno que otro trámite por esos sitios. Una aventura peligrosa, puesto que los manifestantes solo quieren imponer sus razones, no entienden otras y de ahí parte la violencia; una violencia que el jueves quedó demostrado con el "ataque" de los labriegos a un joven que intentaba hacer su tarea diaria.

No pretendo entrar a discutir si los labriegos y cooperativistas u otros sectores que no están de acuerdo con el Gobierno tienen razón o no en sus protestas, porque en realidad ese no es el tema que busco tocar, sino el porqué de la violencia con que actúan cuando un gran sector de la ciudadanía no está con ellos, o no los apoya de una u otra forma. Y es en este punto donde el principio de los derechos de unos y otros deben entrar a tallar. Pero parece que no.

Tratar de imponer una razón a la fuerza no es, desde ningún punto de vista, lo ideal, y eso es lo que quienes se están manifestando desde hace semanas en el centro capitalino no quieren entender. Y está todo bien con las protestas, porque cada quien tiene el derecho de manifestarse contra una medida, una resolución, un decreto o lo que sea con el que no está de acuerdo, pero en el país hay otros ciudadanos que también tienen sus derechos a trabajar, a movilizarse por todo el territorio, en esta caso la capital, sin tener trabas de ningún tipo, y es ahí donde se nota la intransigencia de un sector que cree que solo ellos, y nadie más que ellos, son los que tienen el "derecho de protestar por sus derechos".

Se puede discutir si los políticos (quienes no son santo de mi devoción) son corruptos o no, se puede disentir con el gobierno actual, se puede hacer cualquier tipo de pedidos, de exigencias, argumentando miles de cosas, pero lo que no se puede es cercenar el derecho de los demás, y sobre todo si es con violencia. Y es en este punto donde los que están ocupando desde hace semanas las calles de Asunción no entran en razones. Es así de simple, no es algo que está disfrazado de otra cosa, está ahí, a la vista de todos.

Son miles los ciudadanos que se manifiestan, pero también son miles los que deben cumplir una tarea, no importa qué tipo de tareas, y que deben transitar por el centro capitalino, pero no pueden hacer. Son cercenados en sus derechos por otros ciudadanos que, lamentablemente, actúan con violencia; una violencia que de no parar podría tener graves consecuencias.

Y así como reitero que no le doy ni le quito la razón a los que se manifiestan, a los que dicen luchar por sus derechos, por sus reivindicaciones, así también sostengo que nadie, bajo ningún argumento, debe impedir que cualquier ciudadano pueda movilizarse por los sitios que quiere dentro de todo el territorio del país.

Lo de la agresión al joven trabajador no debe repetirse. El lamentable hecho ocurrido en el centro capitalino, quizás ya no se pueda borrar como antecedente, pero no puede de ninguna manera convertirse en un precedente de otras agresiones que en nada contribuye para el país.

Todo bien con las protestas pero también debe estar todo bien con quienes solo quieren cumplir con sus obligaciones diarias y por qué no, con quienes solo quieren dar una vuelta por las inmediaciones del Palacio de Gobierno o el Congreso. No es difícil, solo hay que saber ubicarse.

DESTACADA

Se puede discutir si los políticos son corruptos o no, se puede disentir con el gobierno actual, se puede hacer cualquier tipo de pedidos, de exigencias, argumentando miles de cosas, pero lo que no se puede es cercenar el derecho de los demás, y sobre todo si es con violencia.

Déjanos tus comentarios en Voiz