Por Natalio Rubinsztein

Socio de BDO AUDITORES CONSULTORES

En la última entrega de la serie queremos señalar algunos aspectos que hacen a las desviaciones en el ámbito de las comunicaciones en sí mismas y a la trama del poder siempre dentro del contenido del libro del Lic. Jorge Etkin "La doble moral de las organizaciones" que estudia la coexistencia del orden y el desorden, lo constructivo y a la vez lo destructivo en el quehacer cotidiano de grupos y organizaciones. Y que sostiene la existencia de una perversidad oculta en la injusticia y la desigualdad de la ideología, el dogma, la hipocresía, el doble discurso, la persuasión, o bien la mentira institucional. Lo que asimismo genera la corrupción institucionalizada.

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Así entonces algunos casos son:

Medios púbicos de difusión que dicen emitir sexo y violencia como medio de mejorar la audiencia y derivarla a la parte cultural de su programación.

Los ocultamientos y falsedades de los profesionales al firmar documentos públicos, amparados en que ellos sólo verifican que se cumplan las prácticas formales y los principios técnicos de su profesión.

Organismos públicos de defensa que incluyen en su accionar las técnicas de represión violenta a los ciudadanos disidentes, a quienes se supone que también deben custodiar.

Los procesos que se diseñan como laberintos para que la clientela y los usuarios dependan de quienes conocen las salidas (trámites judiciales, liquidaciones de impuestos, regulaciones del Estado), etc.

Finalmente hemos considerado oportuno incluir una visión general, en relación con algunos rasgos recurrentes en lo perverso de las organizaciones:

El carácter destructivo de los efectos de las situaciones perversas sobre la propia organización, los actores internos o externos y sobre el medio ambiente.

Cierto grado de impunidad porque las situaciones de perversidad son desviaciones con respecto de lo normal y aunque no son ilícitas, no están fuera de los reglamentos o los estatutos jurídicos.

La recurrencia de estos procesos, que no tienden a desaparecer sino que operan como ciclos viciosos, con lo que el malestar subsiste.

La actitud intencional por parte de quienes generan o apoyan las acciones perversas, quienes no pueden alegar que desconocen sus efectos destructivos.

Las prácticas o procedimientos perversos pasan a coexistir con las situaciones consideradas como normales en el contexto.

Los actores sociales que impulsan la perversidad no están dispuestos a reconocer aquella inmoralidad cometida por sus actos.

La cuestión ética, ya que la perversidad implica una falta de consideración hacia principios básicos de la vida en sociedad, como la libertad, la igualdad, la equidad.

Con esta entrega finaliza la serie relacionada con la obra de referencia, que hemos considerado importante compartir con los lectores, y en donde podemos reconocernos en una serie de situaciones y circunstancias expuestas. Si bien las mismas se encuentran también presentes en otras latitudes.

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