De acuerdo con la visión de reportes, la pornografía en internet quedará relegada a un segundo plano, como las viejas revistas para adultos de tu padre, para ser remplazada por el sexo virtual, a través de dispositivos como el Oculus Rift para el año 2030, para luego dar paso al sexo con robots una década después.

En nuestro presente de juguetes sexuales, cibersexo y material online para todos los gustos, hay dos revoluciones a la vuelta de la esquina en principio alejadas de todo esto: realidad virtual y la introducción de androides en el hogar. ¿Es posible el sexo con robots por esas fechas? Sí. Y puede traer consecuencias sociales imprevistas: como el fin de la explotación sexual humana.

La robótica todavía no está tan avanzada como para ofrecer robots indistinguibles de los humanos. Lo más parecido serían las Real Dolls, las sustitutas de las muñecas inflables, realistas en apariencia pero poco interactivas, según una publicación del diario Nuevo.com.

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Pero las suposiciones no son para nada disparatadas: la robótica de consumo va camino de ser la nueva informática de consumo, que en 30 años nos llevó de las teclas de goma del Spectrum hasta el último iPhone en el bolsillo. Es más, ni siquiera necesitaremos que esos robots sexuales sean indistinguibles a todos los sentidos, porque la realidad aumentada y la virtual se encargarán del resto.

El combo "máquina sexual con forma humana" y realidad virtual (realidad comercial a partir del 2016, de la mano de Oculus) es un campo especulativo maravilloso, ni siquiera cienciaficción: con la tecnología actual o en desarrollo no cuesta nada imaginarse a hombres y mujeres descargándose ilegalmente archivos de comportamiento, voz y apariencia virtual, para que sus robots sexuales imiten a cualquier celebridad –viva o muerta– que quieran tener en su cama esa noche. Dispuestos a todo. Inmunes al cansancio, al estrés, la edad o la falta de libido.

Si los robots van a quedarse con todos los trabajos, el ámbito del sexo no es una excepción. John Danaher, un académico de la Universidad Nacional de Irlanda en Galway, publicó hace un año y medio un artículo en el que discutía qué pasaría con la prostitución en nuestro inminente mundo de robots futuro.

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