• Por Jimmi Peralta
  • Fotos: Gentileza

La agrupación Villagrán irrumpió en la escena nacional en 2011 y con su presente disco, “El rito”, desembarca en territorios sonoros novedosos y más amplios. En esta entrevista con La Nación/Nación Media, dos de sus integrantes, Miky González y Maxi Bonnin, hablan sobre este proyecto y la evolución permanente de la banda hacia una variedad de estilos y sonidos.

La propuesta artística en los tiempos de la multicopia y la reproducción digital perdura para el público y para el creador a través de un registro, que en el caso de la música suele ser la grabación, que es un proceso en el que se termina de dar por acabada la obra.

Un nuevo disco es un nuevo decir, una nueva propuesta, que atraviesa una larga senda de decisiones para nacer. En ese desarrollo de ideas estas se contrastan a cada paso con lo que se busca y con la misma identidad del proyecto, cuál sonido representa más o menos a lo que se quiere decir, cuánto se deja de ser lo que se fue para ser lo mismo y algo nuevo a la vez, cuánto se cambia.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Villagrán es un proyecto que incursionó hace más de una década en la escena local con el hit “Se vienen los zombies”. Con un video contestatario con la irreverencia a cuestas y una posición política cuestionadora iniciaron una búsqueda, pero más que nada, como ellos lo señalan, se creó un espacio y una excusa para tocar con amigos.

En algunos momentos más activa y otros remándola, la banda siguió en el ruedo y es por ello que ahora lanza su cuarto disco de estudio, “El rito”, un material de nueve canciones grabadas en Asunción, mezcladas y masterizadas en Buenos Aires.

“El rito” es una nueva etapa del Villagrán, con un sonido que siempre convoca al movimiento. La banda llevó el barco hacia un nuevo lugar sonoro y ahora sale a defender en escena su último trabajo.

–¿Podrían narrar cómo surgen la banda, la propuesta y el nombre del proyecto?

–MG: La banda nace juntándonos a hacer música entre amigos músicos que nunca habíamos hecho música juntos. Se dio de manera natural, empezamos a componer canciones y nos empezamos a juntar para eso. El nombre es un chiste, Carlos Villagrán y Roberto Gómez Bolaños, y sigue siendo un chiste, hoy solo se llama Villagrán.

INFLUENCIAS

–Hay una propuesta contestataria en los primeros temas de grupo. ¿Qué preocupaciones e influencias marcaron los primeros discos?

–MG: Hay temas que hablan de lo que se hablaba en esa época en el lugar donde vivimos. Es como agarrar las tapas de los diarios y hacer canciones con eso. La preocupación más que nada era llamar la atención de la gente quizás. En realidad, queríamos tocar nomás todo el tiempo posible, donde sea, y romper todo en cada escenario donde nos presentábamos, nada más que eso. Influencias de todo, mucho rock en español, sobre todo, y también mucho rock paraguayo.

–¿Qué aprendizaje recogieron desde el primer tramo del proyecto hasta acá?

–MG: Aprendimos a ensamblar una banda de música, entender que es más importante la canción que los deseos de cada uno. Que no siempre va a ser como uno quiere y organizarnos para que todo funcione.

–¿Qué es “El rito” como idea y como disco?

–MG: El rito para nosotros es juntarnos a hacer música, cada uno desde su propio mundo personal y musical.

–¿Qué motivó cambiar la apuesta sonora y cómo se dio la toma de decisiones?

–MG: Lo que nos motiva desde el principio es hacer música juntos y cambiar la apuesta sonora disco a disco. Y esta vez capaz que nos salió mejor ese cambio con respecto a lo anterior.

–¿Hay algo nuevo que estén escuchando que les esté marcando?

–MB: Siempre hay cosas, pero tenemos visiones tan diferentes a veces que cada uno escucha cosas totalmente distintas. Así, el desafío es a la hora de tomar decisiones y es ahí cuando el productor musical juega un papel clave. En el caso de “El rito” los productores fueron el Chávez y Mauri (Román), que trabajaron mano a mano, liderando el timón del barco.

MOMENTO DE PAZ

–¿Qué temores tuvieron que enfrentar antes de concretar este cambio?

–MB: Solamente los que naturalmente trajeron a cada uno atravesar una pandemia, incertidumbre total. Porque realmente juntarnos a hacer música es quizás un momento de mucha paz. Desde un tiempo a esta parte no permitimos que no sea así.

–¿Cuándo llegan a consolidar esta propuesta con la nueva identidad de la banda?

–MG: Cuando tocamos los temas en vivo.

–Este disco invita más a bailar…

–MG: Sí, este disco invita a bailar, porque nos gusta y a nosotros nos hace bailar.

–¿Alteraron la conformación de la banda para este proyecto?

–MG: Los discos siempre tienen formaciones distintas, invitados y muchas cosas que grabamos que después para hacer una versión en vivo tenemos que modificar o adaptar o usar pistas. No hay límites cuando hacemos discos.

PROCESO

–¿Podrían explicarnos la dinámica del trabajo de producción del grupo a partir del ejemplo de un tema, desde la composición hasta la mezcla?

–MB: La dinámica varía con cada canción, con cada disco, pero siempre bajo un patrón general que se basa en acumular todas las ideas posibles de cada uno de los miembros de la banda, algunas de estas ideas vienen más cerradas con letra y armonía, otras a veces solo instrumentales, o solo letra. En este disco en particular muchas de las bases que quedaron son de Mauri, dándole desde el vamos frescura, revelándose inclusive como voz principal en varias. Después de tener esa biblioteca de ideas empieza a aparecer la mano del productor del disco, el Chávez, para elegir con nosotros las canciones que tienen un sentido entre sí para que pasen a ser un álbum. Tenemos la suerte de tener el Estudio Ciudad Nueva para encerrarnos a hacer música, estando Chávez presente o a distancia, y así se empiezan a transformar y desarrollar las canciones para llegar a ser la mejor captura de ese momento en particular de la banda. En cualquier parte del proceso aparecen los invitados, Fede en el bajo de muchas canciones, Chiro, Sol Pereyra desde México, Jonathan con la trompeta, y muchas más. El mix estuvo a cargo de Chávez, en Buenos Aires, y por último la masterización, que también fue en Argentina, estuvo a cargo de Andrés Mayo para darle ese empuje final y para que llegue a todas las plataformas esa versión final y se vuelva eterna esa energía.

–¿Qué implica el aporte de los productores dentro de este material?

–MG: Es un puesto clave porque específicamente en este disco había demasiadas ideas, demasiadas canciones, demasiado de todo. Y la mejor decisión fue encerrarnos a hacer el disco casi desde cero y en tiempo real. A partir de algunas cosas que ya estaban más avanzadas, pero tuvo mucho de trabajar en el momento y componer juntos.

SIEMPRE MÚSICA

–¿Cómo ven la escena del rock en general en la actualidad frente a lo que algunos califican como una crisis ante otros géneros?

–MB: Yo no sé. Nosotros estamos siempre con ganas de hacer música, tocar todo lo que se pueda y romper todo en el escenario que nos toque. A veces se toca menos, a veces se toca más, pero justamente el rito es hacerlo, disfrutar y darlo todo cada vez que tenemos que mostrar nuestra música.

–Las plataformas y las redes parecían hace una década la herramienta para que las bandas sin sellos grandes puedan hacerse conocer en todo el mundo. ¿Qué tanto de eso se cumplió o puede cumplirse?

–MB: Creo que es lo más aceptable que podía pasar con el boom de internet en la época y la explosión de la piratería. Ayuda a tener nuestra música disponible en todos lados. Ayuda a que se escuche en una buena calidad, sin degradar tanto lo que suena en el estudio. Quizás falta que mejore la distribución de las regalías ligadas a este negocio en conjunto con las plataformas. Las redes son demasiado útiles para hablar directamente con los fans y seguidores de la banda sin tener que empapelar toda la ciudad. Tratamos de darlo todo ahí para que sean parte del día a día nuestro, y así nos acompañen como siempre en los shows y en todo lo que hacemos.


Déjanos tus comentarios en Voiz